20080424

Siguiendo la línea, Parte I

Tocole a un pasta un día hacer de árbitro en un encuentro de fútbol entre el campeón, Toropollo, contra el equipo de Funcionarios, por una copa universitaria barata sin nada en juego.

El pasta, por uno de esos impulsos imperiosos llenos de misterio que nos asaltan a veces y que casi siempre terminan en catástrofe, decidió tomarse en serio su papel, y también decidió tomar, por lo que después de bajarse un pisco sólo, a escondidas entre los arbustos, entró en la cancha bastante… pasteado.

En pocos minutos ya se había echado encima a ambos equipos, por su comportamiento irracional: el arquero de los Funcionarios indignado aseguraba que el pasta había echado la meada en un palo de su arco; otros reclamaban por un penal que no cobró, sin escuchar la respuesta del árbitro de que no vio la falta por estar “funando el tato”. El capitán de Toropollo, un huaso culiao bruto, trató de sacarlo de la cancha, haciéndole una llave, pero cuando apretó al pasta éste vomitó sobre su cara, y lo soltó al tiro.

Los Funcionarios, creyéndose el hoyo del queque, jactándose de intelectuales, capos del fútbol, siendo una tropa de microbios, arribistas faltos de amigos, en opinión del pasta, pidieron suspender de inmediato el partido, pero el otro equipo insistió en continuar y terminarlo, ignorando al árbitro.

El pasta, al verse desplazado y cachando que los maricones le estaban haciendo la ley del hielo, enfureciose y rojo bamboleante se retiró de la cancha.

Juancalavera

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