20080530

Cristo no es un héroe

Sociedad cobarde
que llora la muerte de sus asesinos
¿Tanto miedo le tenemos a la muerte?
¿Nos duele el dolor ajeno sólo cuando está institucionalizado?
A Lemun, Catrileo y Cisternas
¿Los pacos les rindieron homenaje?
Pero nosotros somos mejores que ellos
dirá el mamón
Y claro
claro que sí,
pero no por compadecernos hasta de las hormigas
- que ahora mismo torturo-
sino porque nuestro actuar está legitimado
por la sonrisa de todos
que aunque también sea mentira
es un sentimiento
no una orden
una verdad con la que vamos a morir
y nuestros hermanos seguirán defendiéndola
con nuestra triste alegría.

Polanco

20080522

...

Que me lo chupe a dos manos, sí, el imbecil que se cree desgraciado. He probado el desencanto y la tristeza, y saben a carne podrida, a letrina de estación de servicio en un desierto tejano. Me he sentido miserable, lleno de lacra, tanto que ya tengo preparadas incontables formas de morir con una aguja. Las putas no son las que vei paradas en una esquina guarra y poco diafana a las tantas de la mañana, sino las que te hunden en ese estanque séptico que llaman "amor". Los maricones no son los que buscan cobijo entre las sabanas de otro hombre, sino aquellos que reclaman tu amistad para devolvertela bañada en odio tras cada palabra sinuosa. Hoy no lloro, hoy asesiné a tu familia, producto de ese comentario sin importancia.

infame

20080521

NARCISO

Me vi reflejado en el fondo de un vaso, desprecié tanto aquel destello de mi mismo que procuré beberme el líquido de un solo sorbo. Minutos más tarde, murio mi conciencia, con ella las ganas de vivir...

infame

20080518



¿Y ellas dónde están?

Instinto

Nos vamos a caer
nos van a humillar
nos van a patear
nos van a ignorar
nos van a echar
nos van a robar
nos vamos a morir...

y aún así
no vamos a parar.

Polanco

Charlie, el Ángel

"Al ver que aquello que estaba toqueteando no era una mujer, sino que una hibridación humana de dos géneros distinto, Charlie perdió todos los escrúpulos, pescó un camote que encontró en el suelo y le colocó un pencazo en la cien. El transexual calló rebotando contra el cemento, inconciente por segundos. En eso, Charlie, tomó con sus dos manos el camote y se lo dejó caer en la cabeza, rompiéndosela completamente. La sangre fluía por la vereda llenando los espacios entre los adoquines y Charlie, totalmente desquiciado frente a la enfermiza imagen del trolo con el craneo hecho mierda, no atinó a hacer otra cosa que correr calle abajo para perderse entre los rincones más oscuros y recónditos de la ciudad..."

infame
frente a mis cejas dos caminos
frente a mis cejas una posibilidad
frente a mis cejas la condena
del camino que desprecié
y que caminó siempre
frente a mis cejas.


Polanco

20080517

Vida familiar

Un pasti se deja existir entre sus inmundas sábanas en su inmunda habitación. De pronto, el sueño cede y ya no puede estar en la cama. La borrachera, siempre menos dócil, no ha dado aún signos de retirada. El pasti intenta levantarse para aliviar con agua la sensación de asquerosidad que sale por todos sus poros, pero es incapaz y se queda allí, mirando el techo.
Pasan algunos minutos y el pasti se ve interrumpido por un estridente grito: "Está servido el almuerzo"- es madre pasta que exige su ritual. El pasti sale de su cama y recién entonces se da cuenta de cuán mareado está. Baja las escaleras y se sienta ante las punzantes miradas que vienen desde todos los rincones de la mesa. Lógicamente, lo primero que hace es servirse un poco de vino. Madre pasta mueve la cabeza sutilmente, en gesto de reprobación
Todos comen callados durante un rato, hasta que el pasti comenta con exagerada alegría "es la comida más exquisita que he probado en mucho tiempo". La cara de madre pasta esboza una sonrisa inmediatamente y el ambiente cambia. Ahora el viento sopla a favor del pasti que, consciente de su estado de gracia, se larga con un discurso sobre la libertad y la lechuga. Todos escuchan atentos y por momentos hacen comentarios. El pasti está feliz. Todos los demás también, terminan el almuerzo entre risas y consejos. Entonces suena el teléfono y madre pasta contesta. Es para ti, le dice al pasti que se siente como un rey.
-Aló?
-Aló culiao-¿qué tal el hachazo de Michimalonco?
-Piola ¿y voh?
-En dos sílabas, chomier...
-Piante la weá.
-La cagó.
-Oye
-¿Qué wea?
-Estoy haciendo un asaíto, ¿Por qué no te venís pa acá?
-Wena.
-Ya poh, te espero, trae weas pa la mente.
-Obvio, voy pa allá.

El pasti corta y mira su familia. Nuevamente el viento sopla en contra, más fuerte que nunca. Entonces el pasti piensa en alguna excusa, pero se da cuenta de que es imposible. No hay nada que hacer, sólo retirarse y seguir pastiando.

Polanco

Pánico

"¿Que chucha pasó ayer?" me pregunto al mirarme en el espejo. Tengo rajuños en la cara y en la espalda, sangre esparcida por toda mi ropa. Entro a la pieza y la puta sige en el mismo lugar donde le pusé las últimas puñaladas con el destornillador que estaba debajo de la cama. Flotan algunas imagenes en la memoria, flashes que confirman mi descontrol gatillado por un simple 'te amo'. Me deshago del cuerpo cortándolo con una sierra eléctrica que encontré en el subterraneo, meto las partes en una bolsa de basura y saco el tarro a la calle para que se lo lleven. Me limpio el chocolate que llevo encima y salgo al patio para a prenderle fuego a mis pilchas. Mientras veo como se queman, desnudo en mi jardín trasero, prendo un cigarro y me rasco los hueos. "Vaya mierda".

infame
Sin timidez me enfrenté a mi padre amenazándolo con el gollete de una botella rota / él con un palo me apaleó, sin timidez de su parte, hijo de tigre.

Juancalavera

20080515

Y ahora qué?

No hay grandeza.

ni en los ríos, ni en la muerte
ni en el amor, ni en los perros
ni en la adicción, ni en los sabios
ni en la vida, ni en los cerros
ni en los feriados, ni en el odio.

No hay grandeza.

Y no es culpa tuya
ni de los viejos
es sólo que una estrella cayó
y ya nada volvió a ser lo que era
y ahora
simplemente

No hay grandeza.


Polanco

20080514

Mala cosa

Ahora mismo está todo mal
en todos los sentidos posibles,
no me voy a poner a llorarle la carta a nadie
sólo advierto lo de siempre:
Alguien tiene que pagar los platos rotos,
y ese alguien van a ser los pacos.

Polanco

paso, mi pollito pío pío

NO TENGO FUERZAS PA ENGRUPIRTE
POR ESO ME EMBORRACHO
Y ABANDONO

Juancalavera

20080512

Día a Día

Maldito presente perpetuo
la esfera no predice
solo controla desastres
así todo sucede sin destruir nada
en un monótono fluir diario de mierda.

infame

20080511

Demasiado cerca de Puerto Aysén

Las víctimas del Volcán Chaitén están pagando platos rotos ajenos. Cuando comenzó a moverse el volcán, la Onemi y el Departamento de Vulcanología les sugirieron que echaran al cráter a la más hermosa de sus vírgenes. Ni en el pueblo de Chaitén ni en Futaleufu encontraron alguna.



Juancalavera

Terapia de auto-ayuda

-Oye weón
-¿Qué?
-...
- Funa el tato rubio que viene ahí
-Te estoy hablando weón.
- ¿Qué poh?
- Uhhh
- ¿Funaste?
- Sí weón
- ¿Qué me ibai a decir?
- Se me fue
- Ah, funa el tato moreno que viene ahí
- Ah si
- Uhhh
- Tenemos que cambiar esta vida weón
- ¿Qué wea?
- Todo el día en esta mierda
- Ah
- La prueba de hoy weón
- ¿Qué?
- Nos estamos hundiendo en el Mar Rojo
- Sale culiao
-¿Qué sale?- no hemos visto el cielo azul en todo este año
- Me da lo mismo weón, porque yo soy el elegido de Dios, el que puede abrir el Mar Rojo cuando lo necesite y cruzar. Luego subir una montaña y conocer la verdad y la vida. Ese soy yo.
-...
-...
- Ya sácate otro que vienen los egipcios.


Polanco

20080510

2


Sólo bastaron semanas para que cambiara a todas mis amistades futboleras por Danilo, el dañino. Me juntaba todos los días con él para conversar, caminar y hacer todo lo que un niño de 8 años puede hacer en ese intertanto. Me enseñó a usar la resortera que mis viejos nunca pudieron prohibir efectivamente. Aunque ellos no supieran apreciar esas verdaderas obras de arte hechas de ramas, scotch y un elástico, y me las escondieran, rompieran o botaran, yo siempre me las arreglé para moverme con mi resortera y una piedra en el bolsillo.

Recorríamos bastas extensiones de Cerrillos en busca de nada. Nos gustaba caminar hasta donde nos dieran las piernas, siguiendo la abandonada línea del tren o el zanjón de la aguada. Ya entonces me gustaba deambular por sitios eriazos, entre la maleza, los ratones y los televisores quemados.

Un día, caminando por la línea del tren, llegamos hasta un lugar en el que parecía haberse acabado la ciudad. El sol ya se había puesto y, aunque el cielo aún conservaba su claridad, Santiago a lo lejos ya había encendido toda su luminaria. Cuando miramos atrás y nos dimos cuenta de esta imagen, ambos, sin mediar palabra alguna, decidimos que debíamos detenernos y contemplar. Nos sentamos sobre el riel y miramos en silencio, con un respeto inmenso, como caía la noche. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Entonces Danilo, el dañino quiso consagrar el buen momento. Sacó una goma de su bolsillo- por lo que me di cuenta que lo tenía planeado desde antes- y me preguntó:

-¿Tenís la marca del indio?

Yo, que no sabía qué era eso, le contesté que no, con una mezcla entre miedo, curiosidad y alegría.

-Puta gil culiao, no podi ser tan pollo. Pásame tu mano- me dijo.

Aunque lo dudé, se la alcancé de inmediato. Él, conforme con mi respuesta, me advirtió que lo que venía iba a doler. Y así fue; todavía tengo en la mano una cicatriz que me recuerda el ardor que sentí mientras Danilo, el dañino frotó la goma en el reverso de mi palma, hasta sacarme sangre por segunda vez. Yo resistí sin decir palabra. En ese momento, quejarse hubiese sido una deslealtad a la confianza y el cariño con el que Danilo, el dañino me lastimaba. No habría sido digno de un indio.

Sin embargo, el dolor nunca es gratuito. Aunque nunca le mencioné palabra sobre la herida, apenas volvimos a la ciudad, caminando por el mismo riel que nos había llevado lejos, me busqué una excusa para pelear. Creo que me empecé a burlar de sus zapatillas rotas para hacerlo enfadar. No hizo falta mucho esfuerzo para que la riña se armara. Fue como si el asumiera que intentaba dañarlo deliberadamente. Un par de chuchadas y nuevamente estábamos peleando. Nos tiramos el pelo y nos dimos de puñetes y patadas. Ambos estábamos sangrando cuando me di cuenta de que Danilo, el dañino buscaba alejarse para sacar su resortera y decidir el combate. No sé cómo, pero en ese momento, como un regalo divino, saqué un derechazo bajo digno de José "Mortero" Sánchez. Le di mi mejor puñete justo sobre el estómago. Él, inmovilizado, soltó la resortera y cayó al piso como un saco de papas. Creo que le di una innecesaria patada en la espalda y me fui. Danilo, el dañino quedó tendido en las tinieblas, sobre la línea del tren, llorando de rabia y humillación. Al regresar a mi casa mi vieja se escandalizó al verme sangrando nuevamente. Me retó como nunca y me prohibió volver a juntarme con Danilo, el dañino. Yo sólo escuchaba callado, acatando la reprimenda. Entonces, cansado ya de ese monólogo autoritario, vomité una frase cargada de rabia que me produce confusión de sólo recordar. La miré a los ojos y le dije: “Alguien tiene que pagar por los platos rotos, y ese no voy a ser yo”. No entiendo cómo pude decir algo así, algo que a los 8 años no pensaba en lo absoluto. Fue como si se hubiese abierto una brecha temporal y de mis infantiles labios hubiesen salido palabras pronunciadas por mi boca adulta, palabras que me hacen sentido y que lo seguirán haciendo. Alguien tiene que pagar los platos rotos, y ese no voy a ser yo.




Polanco

1

Luego de mi primer encuentro con Danilo, el dañino, llegué a mi casa con un corte sobre la ceja que emanaba profuso chocolate. Mi vieja me hizo curaciones y me retó. Tenía 8 años y era la primera vez que recibía tanto daño físico; el peñascazo de este maricón no me sacó un ojo porque él decidió que asi fuese. Danilo, el dañino era capaz de matar a un gorrión a 30 metros con su resortera y luego rematar el cadáver desde más lejos. No fallaba. Flaite como pocos, de niño, Danilo, el dañino, vivía en el conventillo donde movían la merca de la población. Era un petizo moreno de orgullosa cara de indio que deambulaba con sus mocos colgando por todo Buzeta probando su precisión con la resortera. Ese día se me reveló un nuevo abanico de posibilidades que nos están permitidas en este mundo; conocí lo que era el miedo, la rabia y el dolor de una forma que hasta entonces no me había sido permitida. Hasta antes de ese piedrazo, yo sólo había sufrido por caídas o accidentes. Nunca alguien me había golpeado o, por lo menos, nunca había tomado conciencia de que alguien podía hacerlo y, peor aún, podía hacerlo por el placer de satisfacer su odio.

Poco después descubriría que estaba equivocado y que Danilo, el dañino no me odiaba. Simplemente, esa era su forma.

Fue semanas más tarde cuando, después de haberlo evitado por miedo, se apareció por la plaza mientras jugábamos con los cabros a la pelota y con la timidez que sólo alguien que vive en la marginalidad puede tener, preguntó: “¿Se puede jugar?”. No tengo claro por qué razón me apresuré a responder antes que todo el resto de mis amigos- perplejos y temerosos ante ese tigre que inexplicablemente deseaba ser domesticado-, “Obvio que se puede, tú jugai pa nosotros” y lo integré a un grupo de niños que no lo bienvenían. Como suele suceder, la pelota limó pronto todo tipo de asperezas. Recuerdo de ese partido haber gambeteado como nunca a algunos amigos y haberle cedido a Danilo, el dañino habilitaciones perfectas que él siempre supo canjear en goles. En ese momento conocí la amistad. Hasta entonces, sólo me había divertido con otros niños. Nunca me había importado que otra persona se divirtiera y mucho menos había concebido la satisfacción ajena como propia. Entonces, luego de casi cinco horas de jugar al fútbol sin interrupción, escuché el chiflido de mi viejo que indicaba que iba a tener que entrarme a la casa. Como la pelota era mía, eso significaba el final del juego. Movido por el entusiasmo de la nueva amistad me decidí ese día a regalar la pelota al grupo. Ahora el balón iba a ser de todos y todos lo cuidaríamos. Años después comencé a pensar eso de todo el resto de las cosas; alteré mi noción de propiedad y viví muchos años pensando que nada era de nadie y todo de todos, que las cosas eran propiedad de quién se entregara lo suficiente a ellas como para conseguirlas. No sé si en la práctica esos años ya hayan pasado o siga creyendo de la misma forma que cuando regalé esa pelota; es sólo que ya no sé cómo averiguar lo que pasa frente a mis narices.



Polanco

20080508

Homo laburis

"Salvo mi jefe, no ha nacido el culiao que me pueda mandar"

Comentario escuchado en los pasillos del diario La Tercera.

Polanco

20080507

¿Qué le están echando a la cerveza?

Hay que defender a los pastabaseros de la pastabase, porque, como el lector ya habrá notado, esta es una plataforma que produce mentiras digeribles, casi como empresa de marketing. Pero, la diferencia es que no somos una marca o, por lo menos, pretendemos no serlo. Y si bien no somos lo chorizos que la picamos- ¡¿qué te pasa gil y la conchetumare?!-, algo distinto hay en ese rincón donde nos depositamos. No pastiamos por pastiar, ni escribimos por escribir. No es que tengamos fines muy profundos tampoco; son sólo huellas que la domesticación cotidiana no puede borrar. Nada metafísico ni místico, al contrario, nuestra única conexión es hacia el más acá de lo que vivimos, algo que en algún momento y no tengo idea cómo nos hizo despertar sin que ya nada fuese igual. Mi mente funciona de una manera retorcida y no lo digo yo- ¿y si lo digo qué, sapoculiao?-, es algo de lo que me doy cuenta por el desprecio que de a poco me gano en todas partes y que no me importa en lo más mínimo. ¿Eso es retorcido?-, tal vez sólo sea weón y todo este jugo no sea nada más que jugo que ya han dado veinte mil weones y otros veinte mil darán en el mismo rincón. Vendrán los pastis de Puerto Williams y después los antenazos de Punta Arenas, weones engrupíos que, como nosotros, no se cansarán de funar el tato todo el día y pensar la realidad en colores o en letras o en drogas o en formas o en fuego. No le tengo miedo a la repetición ni a nada de eso. Como diría Juan Calavera, cada día más derecho al cementerio, hace tiempo que dejamos de creernos héroes. Ahora lo somos y por el puro placer de saber que no está entre las posibilidades. También porque quedamos flotando en un lugar de la sociedad en el que no somos monigotes de nadie y no tenemos intenciones de salir de ahí, por lo menos no todavía. Tampoco es que seamos libres, no somos tan imbéciles para no admitir nuestras adicciones fisiológicas e inmateriales. Borrachos asquerosos, weones flojos, porros, pasaos a caca... como quieran nos pueden llamar, pero en nuestra presencia, por lo menos, no nos van a venir a pintar el mono con morales de teletubilandia. No quiero sus retos aburridos y predecibles, no les sirven, NO ME AFECTAN. Cuando vienen a paquear es como si me saliese de mí mismo y reconstruyera la escena desde afuera. Lo veo y de verdad me cuesta creer que haya tanta gente pensando en rosado y celeste, entonces vuelvo a entrar e irrumpo, me rio, me voy. Yo no busco confrontaciones porque sé que esas llegan solas. Yo sólo busco pastiar- un verbo que hasta ahora sólo tiene un antónimo: paquear-, y poder despertar día a día y saber que mi cabeza sigue igual de convulsionada, que ya el sol está entrando por la ventana y que tengo cinco lucas en el bolsillo del pantalón, que en la noche ya no estarán y que de nuevo habrá que empezar.

Polanco

20080505

pa Polanco

Dos hermanos en otro encuentro clandestino. Parecen discutir, se comunican en voz baja, con la carga de dos millones de años entrelazados sobre sus espaldas, una trama opresora que pone en duda el origen de las palabras y los golpes intercambiados, siglos grises, tragedias humanas, aún operando. Y ellos sin conocer sus cadenas confían sus secretos el uno al otro, sus bocetos, sus obras domésticas. No hay drama en esta historia, sólo la manifestación de una herida que nunca cicatriza, el detalle de un hecho inocente cotidiano como sudar o como volver. Dos peatones de la incertidumbre dándose charchazos, incapaces de distinguir lo inútil, el límite que hace absoluto el fracaso del diálogo.


Juancalavera

Mozambique

Y pensar que nuestro canto de autodestrucción lo usan los Makonde, libres como el viento, para cortejarse y sobrevivir. Desprendidos de los harapos occidentales, los negros bailan y bailan sin miedo a su desnudez, famosa en esta parte del mundo que disfruta consumiendo culturas ajenas.

-¡A
que
no
me
no
que
A!

Alarido que desde las entrañas de nuestra seguridad vomitamos en la cara de peligrosos enemigos, sólo para sabernos inexpugnables, para cerciorar algo que sospechamos desde la primera vez que nos mintieron: la palabra cuando tiene fuerza no necesita razón.

Polanco

20080504

Carta a A.Hoffman (1906-2008):

Dejé de jalar detergente por su consejo.
Hoy adscribo a su sustancia.
Le doy mil gracias.



Juancalavera

20080502

El Consejo

Hoy he decidido quitarme la vida para librar a este mundo de mierda de este parásito de mierda, pero mi pene me aconseja que sea prudente y retracte semejante brutalidad de pensamiento. Lo miro y le enseño el dedo del medio al muy desgraciado, aun así me convence su determinación, la racionalidad con la que me habla. Entonces, pesco el telefono:

-Hola chika ¿Como estay?
-Bien, ¿y tú?
-Aquí, bien... ...Oye ¿Querí hacer algo hoy día?
-Sí, dale, estoy sola en la casa.
-Ya po, en media hora estoy allá.
-Te espero.
-Sí, de todas maneras, chao.


infame

20080501

CLASES DE SALUD FINANCIERA

En el deseo general de los recursos humanos, mis hermanos, no hay lecciones aprendidas. Tras siglos (siglos románticos) jamás jamás se han visto tan noqueados.



Juancalavera

Una caña cruel

No tengo mina
ni llaves
ni pase
ni plata
ni familia
ni libros
ni comida
ni amigos.

Sólo soy un zangano en el día del trabajador.

Polanco
“Por eso fumo fumo fumo nada más que fumo siempre fumo”
REZONANCIA

dequéte voy a hablar sinodemí
¿de amor?
¡si me han castrado!



Juancalavera