20080629

DEAD , tres imágenes

Rene Rodriguez Cruz pegándole su merecido tiro de gracia al capitán de la policía cubana García Olayón en los primeros días de la Revolución.






María Gallardo, madre de Rodrigo Orias, recibiendo la Unción de los enfermos. A Rodrigo, internado en una clínica siquiátrica, no se le permite asistir a su funeral.






Jóvenes nacistas son llevados al edificio de la Caja del Seguro Obrero luego de ser desalojados de la Casa Central de la Universidad de Chile . Posteriormente serán fusilados.







Juancalavera, y qué pasa

Cambio de Cama

Marcos siempre pensó que la niñez era un mal necesario. "Con tan pocos años eres incapaz de aportar con alguna idea propia; y si lo llegas a hacer- aparte de transformarte en el chiche de todos-, siempre es producto del azar". Facundo lo escuchaba paciente y sonreía mientras negaba lentamente con la cabeza. Rita, por su parte, oía con una expresión de repugnancia. "Todos los niños son cero aporte y no entiendo porqué les gusta tanto verse reflejados en ellos o verlos reflejados en ustedes mismos. Aunque te cueste asumirlo, tienes que hacerlo. Deja de buscar respuestas sobre ti mismo en tu hijo porque no sólo no las encontrarás, sino que también le ejemplificarás de forma muy clara lo que es la inseguridad", insistía Marcos, cada vez más apasionado. Facundo no sacrificaba su sonrisa, pero se notaba que el embate lo había remecido. "Mira Marcos, huevón, yo sé que para ti nada de esto es real sin tu consentimiento y que piensas que tus ideas te son de exclusiva pertenencia y responsabilidad. No quiero detenerme en esto, aunque crea que estás muy equivocado, porque creo que ahora mismo estai hablando por hablar" y Rita celebraba las palabras de su esposo. "¿Porque no tengo hijos crees que no puedo hablar de niños?" "No huevón, no es eso, ¿Qué tomaste? Lo que yo digo, simplemente, es que entiendo tu idea, sé desde dónde la dices y recorro todo el constructo argumental. Incluso podría anticipar ciertas ideas que vienen ahora, pero, francamente, no me interesa. Tu problema es que para decir quiero algo, dices no quiero nada. Ni siquiera quiero nada, sino no quiero nada. Es fácil hablar cuando no se cree en nada. Es cómodo ser la negación perpetua y nunca estar en el centro de la palestra". Marcos se reía y sacaba un cigarro. Rita se daba cuenta de que hasta ahora sólo había jugado el papel de oyente que, a medida que uno u otro argumentaba mejor, ella lo reafirmaba o negaba con su expresión. Entonces, y sólo con la finalidad de incomodar a estos dos pedazo de sabi-ondos a caca, se paró coquetamente, puso un disco y prendió un pito. Marcos, que notó la provocación, tomó un sorbo de vino. "Es cómodo pensar que la posición del otro es más cómoda. Como decía el poeta, La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído del deseo de cambiar de cama. Este quisiera sufrir frente al calefactor y aquél supone que se curaría al lado de la ventana. Ahora estai como los idiotas que levantan la mano en la asamblea para exigir creatividad. Es más incómodo- y no lo digo como queja, porque no me importan las comodidades- aceptar que ambos caminamos por hielo quebradizo". Rita que ya había sentido el viento cálido pasearse por algún lugar de su cerebro pensaba en cuánto les gustaba a ambos escucharse hablando. No pensaba que con eso perdieran el hilo conductor y hablara estupideces, al contrario, creía que tenían la capacidad de decir y escuchar con cierta independencia a la vez. "Yo creo que esto está más firme que endeble" decía Facundo, "no le puedes pedir a alguna persona que tiene fe que reconozca su acto de fe porque es precisamente pedirle que lo ponga en cuestión. No te estoy diciendo, como tú que te llenas de parches y nunca recibes heridas, que necesitemos de verdades, te estoy diciendo que HAY verdades ". Marcos se rió, burlescamente, "Que buen tema, sobre todo esta versión" le dijo a Rita que, desbonte de coquetería, había puesto un antiguo disco de Facundo. "Lástima que no pueda detenerme a disfrutarlo por la urgencia de respuesta que necesita tu marido". "Yo no necesito nada" respondió Facundo que movía la cabeza y llevaba el ritmo con los dedos sobre el vaso."Bueno, entonces admito que lo digo por puro joder yo. Te escucho hablar y escucho al anciano con pataletas que llevas adentro. Eso de recuperar verdades me lo esperaba del obispo, pero no de ti", "el obispo está loco, yo soy divino y no se da cuenta, ustedes tampoco". "No me metas a mi en esto" dijo Rita. "Te estás escapando" dijo Marcos. "Tú te estás escapando" dijo Facundo, "yo soy divino y no lo quieres ver". Rita se reía y se había sacado la polera. Marcos miraba a Facundo como pidiendo autorización para mirar a su esposa. Facundo no se daba cuenta de nada de esto, estaba realmente poseído por la idea de su divinidad. Rita se servía un poco de cognac. "Bueno profeta, creo que hiciste un estudio de mercado equivocado, acá no encontrarás fieles a tu causa", "todos son fieles a mi causa" gritó Facundo y se puso de pie. Rita también se puso de pie, era fiel a su causa. "No puedo creer lo que estoy haciendo" decía Marcos mientras se ponía de pie. En eso, Facundo corrió hacia la puerta, la abrió, salió y cerró con violencia. Marcos miró a Rita, "sabía que esto iba a pasar" se lamentó, inseguro. "¿Que iba a pasar qué?" preguntó Rita mientras se acercaba suavemente.


Polanco

20080628

ENTREVISTA CON EL PULENTO

Asolado, o más sólo que de costumbre, descansa un niño, rodeado de frescos desechos humanos. Se abren en su caso infinitas posibilidades de muerte, fuera del alcance de cualquier cámara de vigilancia. Ciudad poblada de indiferencia, Santiago decadente, ojos de acero. / Con este sentimiento invoco a El Hombre con insolencia desmedida, palabras que no vale la pena reproducir. ¿Me llamabas, zángano?, escucho en cuestión de segundos, voz estridente que viene de lugar ninguno, como si fuera mi cuerpo propio el que hablara. ¡Qué chucha!, respondo yo, pegando un salto en mi asiento, sollozando el mismo terror milenario que azotó a los prehistóricos noche tras noche a la intemperie. Entonces hace su aparición, gigante y chorizo negro poblacional, como si nada, y sonriendo entra en mi pieza. No sé por qué verlo me da pena.
–Hijo mío, guacho Roberto– dice, ofreciéndome su mano de gorila.
–Qué pasa, hermano– atino a contestar, estrechándosela sin dudas.
–Aquí está entero de hediondo. Debe ser tu corazón descompuesto. Deja ver si hay algo que pueda hacer por ti.
Mientras habla sus grandes orificios nasales se abren descomunalmente, como dos cráteres dispuestos a succionar todo el aire de la habitación. Da pasos azarosos hacia a un lado, luego hacia el otro, apuntando su nariz hacia el cielo, y se le deja ver una cadena de oro colgando del cuello. Me tranquiliza en parte verlo así parado, olfateando como un perro, rascándose el ombligo.
–¿Una cerveza?
–Dale po, me responde. Mira que allá arriba hay Ley Seca.
Saco un pack del refri, y a medida que las latas se vacían nuevos temas van surgiendo. Yo hablo del tribal ritualismo de los pueblos en estado de naturaleza; él de un mundo sublunar, de la conmoción extática virginal y de la posibilidad de revirginizarse. Yo cito a Lewis Carrol: “Amada, no somos más que niños grandes que se agitan en vano cuando llega la hora de dormir”; él dice añorar los tiempos de Azkargorta, con quien asegura tener mucho en común. Cita cien veces de corrido a Galeano.
–“El técnico jamás cuenta el secreto de sus victorias, aunque formula admirables explicaciones de sus derrotas: «Las instrucciones eran claras, pero no fueron escuchadas» dice, cuando el equipo pierde por goleada ante un cuadrito más o menos penca. O ratifica la confianza en sí mismo, hablando en tercera persona más o menos así: «Los reveses sufridos no empañan la conquista de una claridad conceptual que el técnico ha caracterizado como una síntesis de muchos sacrificios necesarios para llegar a la eficacia»”.
Luego estalla en carcajadas, sonoras erupciones subterráneas. Yo disfruto tanto la conversación que, osadía del borracho, le pregunto a qué religión debería suscribirme, cuál es la más efectiva para seguir comunicándome con él.
–Te recomiendo el ácido, dice para mi sorpresa.
–A propósito, Dios, has leído, le pregunto, has leído a Bukowski.
–Bueeeno, lo de Carlitos fue sólo un proyecto fallido, como lo de Jesús y tantos otros, me entiendes, un experimento evolutivo de liberación y enfrentamiento entre el individuo y la especie, relación nunca satisfactoria por lo demás, y que a la larga no podía terminar en más que en… bueno, ya sabes como terminó.
De ahí en adelante la conversación se pierde entre los vapores del alcohol. Creo haber destapado un par de botellas que tenía reservadas para algún ocasión especial, para dar paso al desenfreno, al éxtasis divino.
A la mañana siguiente despierto sólo en mi cama, agotado pero satisfecho, y de inmediato pesco el teléfono para llamar al amigo Peter y contarle, que como Alcmena, he comprobado su expresión favorita, Juan 4:8: “Dios es amor”, y créeme Peter, más amor del que te puedas imaginar.


Juancalavera

20080626

Inmundo callejon lleno de ratas y basura por todas partes. "¿Que estoy haciendo aqui?" ni la más puta idea, quizas buscando algo más repugnante que mis pensamientos en el silencio de la ciudad. Veo que algo se mueve bajo un monton de cartones al lado de un tarro lleno de mierda. De ahi mismo provienen gemidos delirantes parecidos al de una bestia siendo deborada por hormigas, gusanos y alguna que otra cucaracha hambrienta. Le doy un par de golpes al bulto para ver si el animal reacciona o sale de su agujero, pero nada. Solo gemidos y más gemidos. Desesperado por ese ruido agonizante y enfermizo levanto los cartones y...¡MIERDA!...Sí, pura mierda, una encima de la otra, capas y capas de mierda. Una imagen que puede gatillarte la esquizofrenia, y asi fue. Me bajo el cierre del pantalon y empiezo a mear el cerro de putrefaccion enfrente mío, como si quisiera darle vida a esos gemidos para que dejaran de ser gritos sin sentido, para que se articulasen dentro de lo coherente. Creo que lo estaba meando para que hablara conmigo, para contarle que nosotros tambien nos consumimos con el tiempo y terminamos siendo una masa en descomposicion. Queria decirle que, a pesar de que es un cumulo de excremento, le tengo cierto cariño, respeto incluso, que si algun dia decidia postularse para presidente que contara con mi voto. Pero nada. Ni una sola palabra. Hasta una pila de porqueria me niega la amistad. Entonces, aburrido de la inercia, le prendo fuego al monticulo. Mis carcajadas hilarantes reemplazan por momentos sus chillidos moribundos, por momentos su incineracion me produjo felicidad.

infame

20080625

NOS ENGANCHAMOS A TANTOS TRENES ARRASTRADOS POR LA DESCORTECÍA

…por eso me emborracho
y abandono.


no son nuevas mis omisiones, mis recursos, toda esta palabrería. soy conducido por una antigua voz humana, distante y olvidada, en estos tiempos tan cómodos. cuestiones como la muerte o la nitidez de la verdad tratan de inculparme, causando preocupaciones que me alejan de la fantasía. de ahí tanto rollo amargo e ingrato, mal carácter, violencia para con los amigos. ahora voy en micro por departamental, y las otras personas que viajan conmigo conversan entre ellas o leen el diario, seguras de que llegarán a sus casas y que ahí todo seguirá como siempre, la mujer esquiva como el alimento, la alta cuota de tolerancia exigida por tributo a cambio del espejismo de la seguridad. toda esta rutina es la que enferma, esta huella que repasamos una y otra vez como fantasmas, con la rabia acumulada de los injustamente condenados.

resulta increíble pensar que aún así hay hombres que defienden el derecho a enamorarse. otros siguen esparciendo pólvora en el aire. y qué podríamos decir, aparte de inventar fracasos ajenos con los cuales dispersarnos, antes de hundirnos del todo. no podemos culpar a los hombres por sus errores, pero si por no tratar de remediarlos. los traficantes también brindan por sus madres.











Juancalavera

El viento nos hacía carne

Por esos tiempos yo pensaba en la libertad con más frecuencia que ahora, aunque eso no quiere decir que fuese más libre que ahora- porque eso no lo sé ni lo sabré nunca- y no importa que Eugenia diga que no es así. Ella en esa época no me conocía o, mejor dicho, no creía conocerme como lo dice hacer ahora. Yo todavía no renunciaba al acto de fe que implica operar con un mundo exterior. Para mí existían los amigos, las tardes de cerveza, los malos finales en las películas y el calor de diciembre como cosas autónomas y totalmente libres. Pensaba que de alguna manera la libertad tenía que ver con que el viento y el río pudiesen ir en direcciones opuestas sin estorbarse.

Una de aquellas tardes, tan difíciles de encasillar- habrá sido un año o quizás cinco-, en que no existían patrones comunes de lo que podría ser un día u otro, estaba yo tirado en la cama de Laura mirando el techo y seguramente escuchando “Auto Pilot”- en aquella época todavía le encontraba algo de romanticismo a tener héroes privados-, cuando entró ella y enojada me dijo cosas como “Oye hueón, ¿Acaso pensai estar todo el día acostado?” “Me dai asco, te contradices todo el rato” o “Se te nota que no me quieres”, a lo que yo sólo podía mirar y tratar de soltar mi mejor chiste o, por el contrario, enfadarme y empezar con un discurso cargado de crueldad e ironía. Me gustaba defender mi derecho a sentir cada músculo y recibir tranquilo la irrigación de la sangre, pero también me gustaba responder en la lógica del utilitarismo. Por eso era posible escucharme decir frases pajeras que fluían junto con la exhalación:“Oye preciosa, la música está buena... déjame acá un rato y después te vienes a acostar conmigo”; y por el contrario, también era posible que armara un escándalo en reclamo por la alienación de nuestros supuestos salvadores, por los tontos útiles y, sobre todo, por el sabor amargo que crecía a medida que hablaba. Entonces gritaba largos discursos en los que decía cosas como “sólo olvidando se puede recordar, ya no hay grandezas de por sí; son sólo dinámicas de poder que tenemos que romper”.

Otros días me juntaba con personajes como Jarrison, Petter Flan, Danilo el dañino o Eusebio. Esos días nunca eran iguales a nada, ni siquiera entre sí. Jarrison solía encararme que en mis prédicas había algo de divino. Yo no lo creía para nada y pensaba que el divino era Eusebio. Recuerdo una tarde cuando en el metro- completamente lleno- él nos hablaba en tono de arenga, imbuyéndonos ese valor que luego, como si nada, olvidábamos con las drogas. De pronto, la gentedel vagón comenzó a guardar silencio y a escuchar a Eusebio. Yo lo miraba y me parecía un gigante, un hombre superior ante el cual todos éramos simples corderos. Creo que parafraseaba a De Rokha, a ratos, y lo hacía muy bien. “Diez veces maldigo a la piedra en que caerá tu sangre para que el viento la haga carne y, con ella, diez veces más libre al hombre” decía, mientras yo observaba como todos los pasajeros apretaban con fuerza los fierros de los que se afirmaban. A Laura no le gustaba nada este tipo de amigos. Cuando llegaba tarde y borracho a casa me decía “te estuve esperando con mis amigas”, yo entonces pensaba que había sido mejor no llegar y simplemente la besaba hasta llevármela a la cama. Allí todo era fantástico, ella después decía “Imbécil, si escribieras tan bien como me sujetas ya seríamos millonarios”. Yo la miraba, sonreía y le respondía que no lo había hecho bien, que aún quedaba mucho por sacar de adentro; “te amo” me decía, “te amo” le respondía. Tiempo después pensaría en poner en duda esas palabras, para luego arrepentirme de sentir arrepentimientos. Ahora no me arrepiento de nada. Ni siquiera de aquella noche en que Infame conducía el Palomo a toda velocidad por la Costanera de Con Cón, parando en cada playa y echando un vistazo en busca del cadáver de Juan Calavera. Al otro día nos dimos cuenta de que él estaba en la caja trasera del auto, con principios de ahogo. Lo llevamos al hospital y pronto estuvo bien y se perdió por meses.

Petter Flan me decía, por esos días, que la violencia lo superaba. Que no podía concebir ningún tipo de moralidad sin pensar en destruir su soporte físico. De esta forma vagaba por el país destruyendo señaléticas, automóviles, hombres y mujeres en nombre de la libertad. Laura decía que era peligroso y yo le respondía “tranquila, Petter tiene un corazón de oro” y él se reía y tomaba cerveza.

Una tarde llegué a casa y sorprendí a Laura con Danilo el dañino. Estaban dormidos, desnudos y borrachos. Golpeé levemente sus caras, pero ninguno de los dos dio señales de despertar. Tomé el pantalón de Danilo y saqué todo el dinero que tenía. Debió haber estado recién pagado porque tenía mucho dinero. Fui hasta la casa de Petter y me encontré con Juan Calavera en bata, bailando arriba de un sillón. Habían tres mujeres drogadas que reían y aplaudían cada paso. Yo tomé algo de STP y creo que luego me acosté con una. Al otro día, mientras vagaba por un parque, me llamó y me dijo que se llamaba Eugenia. Dijo que le gustaba el STP y me invitó a probar lo que tenía. Esa tarde sí tengo certeza de haberme acostado con ella. En ese entonces me importaban más las mujeres, por lo que me quedó grabada la sonrisa en su cara cuando Laura entró abrió repentinamente la puerta, me tomó del pelo y me gritó “¿Qué te crees hijo de puta?”, yo me la aparté de un empujón y le clavé una mirada profunda y furiosa. No dijo nada y se fue. Miré a mi lado y Eugenia seguía riendo, esto se ponía bueno, me vestí y salí tras Laura. La persecución no duró mucho: estaba afuera de la casa, fumándose un pito en la cuneta. Me senté con ella y pronto salió Eugenia diciendo “¿y tú no ibas a probar del STP?”, yo miré a Laura y ella me miró a mí. Luego ambos miramos a Eugenia y los tres estallamos en una carcajada. Creo que más tarde llegó Infame con Eusebio y también disfrutaron en grande.

Laura solía decirme que yo no pensaba las cosas antes de decirlas. Yo le respondía que tenía razón, que cuando la gente pensaba mucho, decía poco y a mi me gustaba decir mis cosas, aunque no las creyera. Ella no entendía la diferencia entre creer, pensar y decir. Para mí lo importante era tenerla a mi lado y sentirme con la fuerza para pensar, creer y decir lo que se me viniera a la boca, en cualquier lugar y a cualquier hora de aquellos días soleados.



Polanco

20080621

PASTAS CHICOS

.
.
somos
caleta
eneste
nocturno

elpiño
enfermo
deunbarrio
sincancha

delmunño
enpasta
nosalienamos


Juancalavera

20080619

De Aurora y Palomo

La mañana siguiente al clímax telúrico despierto y nada ha cambiado, por lo menos en apariencia. Prendo un pito para corroborar que todo sigue igual. Así es. Me visto, salgo a la calle y me encuentro con Aurora. Ella sí que cambió; sus curvas están más pronunciadas y algo en su cara parece más simpático que de costumbre. Se me empalma. La invito a unos tragos. Rechaza mi oferta y dice que tiene que hacer no se qué, que nos vemos en un rato. Me despido. Mientras se va, funo el tato y le grito "no me gusta que te vayas, pero me encanta verte ir". Ella, sin dejar de caminar, gira su cabeza y me regala una sonrisa. Es como en los comerciales de champú. Me siento en la cuneta y prendo un pito. En eso se detiene un Chevette destartalado y ruidoso. Es el Palomo, el auto de Infame, famoso por negarse a partir cuando la música no está al máximo volumen. Recuerdo que un día le pusimos unas canciones de Quelentaro y el motor se averió. Hay que serle fiel y darle sólo música pastabasera. Veo como el oscuro cristal baja y se asoma Juan Calavera.

-Sube- me dice.
-¿Qué pasó? ¿Por que andai con el auto del sacoeweas?
-Sube y te cuento.
Subo. Va escuchando una música extraña. Algo de cumbia, algo de rap, algo de flamenco; no sé qué mierda es. Juan Calavera está completamente transformado. Lleva puesto un vestido de gitana, unos lentes con espejos y sus zapatillas de siempre. Apesta a alcohol. Le pregunto de nuevo qué pasó con Infame.
-Ya no me preguntís más por ese hueón, se tiró.
-¿Qué mierda pasó?- pregunto, mientras le convido una quemada. Calavera fuma mucho y le viene la tos. Entonces recuerd que la noche anterior Infame y este engendro me abandonaron afuera de mi casa por borracho, porque no les servía ya para su plan maestro- acción terrorista que, por motivos de seguridad, no explicitaré acá. De todas formas, creo que ellos estaban igual de borrachos.
Juan maneja sin sentido. Dobla en esquinas, al parecer, de manera aleatoria. Así estamos durante algunos minutos u horas, no sé.
- Este hueón la cagó y ahora tenemos que virar. Ya lo encontramos- dice Juan Calavera rato después, con una seriedad que no puede ser sino una ironía.
-¿Qué hizo ahora?- le pregunto entre risas.
- Mira hacia atrás.
Miro al espejo retrovisor y veo que se acerca a toda velocidad una moto. Sobre ella, gritando como un enajenado y jadeando de euforia, viene Infame. Trae su cara cubierta por su tradicional máscara de tela café. Esta vez, con la ropa rajada, sí que parece un espantapájaros. "Vaya", me digo, "sí que cambiaron las cosas con el clímax telúrico". En eso, veo que por la vereda va caminando Aurora. Le digo a Juan que baje la velocidad un poco.
-¿Por qué no subes?- le grito a ella. Me sonríe y se me empalma de nuevo.
-¿Por qué no bajas tú?- me responde.
Pasa Infame enmascarado a toda velocidad, gritando como un desquiciado. Pasa una patrulla detrás. Juan Calavera se ríe y me mira. Todavía suena la música extraña. Me despido de Juan y le digo que otro día me tendrá que contar cómo empezó y en qué terminó todo esto. Me bajo y él acelera en la misma dirección por donde ya se pierden Infame y la patrulla. "¡Aquenomenoqueaaaa!", se le escucha gritar al unísono con el rugir del Palomo.
Aurora me mira y me dice que no le gusta que me junte con esos tipos. Yo le digo que no se preocupe, que ahora me dedicaré sólo a ella.
-No te he pedido nada de eso. Lo de que te bajaras era sólo una respuesta, no quería decir que REALMENTE te tuvieras que bajar.
- Entiendo- le digo, mientras me siento en la cuneta y prendo un pito.
-¿No vas a hacer nada?- me pregunta indignada.
- ¿Quieres fumar?
- Erís como la callampa hueón- me dice, luego me pega una torpe patada en el muslo y se va.
Aunque no era lo que había planeado, me causa gracia. Le quiero gritar de nuevo "no me gusta que te vayas, pero me encanta verte ir", pero tengo la garganta llena de humo por lo que sólo alcanzo a gritarle "no me gusta que te vayas..." y estallo en tos. Mejor así, pienso.


Polanco

20080617

de manera académica

El Corcho era un pordiosero que llevaba mucho tiempo buscando la forma de publicar un libro. Para ello había entrado a la universidad; en busca de jóvenes lo suficientemente estúpidos para creer o simular que detrás de toda la palabrería sin sentido que escribía, había cierto sentido poético o, incluso, metafísico. Lo del Corcho no era muy logrado, pero sí novedoso. Él la llamaba poesía poética o arte artístico. Seguramente no satisfacería ni a los críticos literarios, ni a las amas de casa ávidas de leer las aventuras que la escoba les niega. Al Corcho le importaba un rábano eso. Sus más cercanos aseguraban que el libro era sólo una pieza de la obra que completaría luego con otras formas de manifestación.
Luego de algunos meses sobrepoblados de alcohol barato y falta de inspiración, el Corcho ya era parte de la universidad. Había presentado su libro a cuanto fondo concursable existiera, sin buenos resultados. Un mal día, ya en desesperación, decidió recurrir al alto poder académico. Con el libro en una mano y el gollete de una botella quebrada en la otra, entró a la asquerosa oficina del asqueroso director -que además era profesor de redacción- y lo encaró:
- ¿Hasta cuándo espero que publiquen mi libro?
-Mira Corcho, cálmate. Esta no es la forma en que se hablan las cosas en una universidad.
-Cállate viejo conchatumadre, quiero saber cuándo van a publicar mi libro.
-Bueno... no se puede hablar así- dijo el director, mientras intentaba tomar el auricular de su teléfono. De inmediato el Corcho lo amenazó con el gollete, a lo que el director reaccionó con miedo.
-Está bien, está bien. Cálmate. Siéntate acá y conversaremos de tu libro. No creas que no lo he leído.
Nada más escuchar este comentario, la cara del Corcho cambió completamente. Se sentó y dejó el gollete en el piso (lo suficientemente cerca para tomarlo sin problemas).
- Cálmate ¿Quieres un café?
- No, hablemos del libro.
- Está bien. ¿Qué quieres saber?
-¿Por qué no lo han publicado?
-Mira... la facultad cuenta con pocos recursos y...
-¿Les pareció bueno?
- La verdad sólo lo leí yo y...
- No le gustó.
- Yo no lo diría así.
-¿Entonces?
- Es sólo que tu estilo maldito ya está un poco repetido.
-Mi estilo no es maldito.
-Bueno, a mí si me pareció.
-No lo es conchetumadre.
-Mira, no es lo que les enseñé a ti a tus compañeros sobre la efectividad de la redacción.
- Ya sé que no es eso.
- Pero tampoco es otra cosa que pueda suplir las viejas fórmulas.
- Ya sé que no es eso.
- Entonces ¿Qué es?
- Arte artístico.
- ...
- Poesía poética.
- No te sigo, pero dime- el director le arrebató el libro y abrió una página al azar-, por ejemplo ¿Qué quieres decir con frases como "no hay drama en esta historia, sólo la manifestación de una herida que nunca cicatriza, el detalle de un hecho inocente cotidiano como sudar o como volver"?
- Quiero decir que en esa historia no hay drama,
sólo la manifestación de una herida que nunca cicatriza, el detalle de un hecho inocente cotidiano como sudar o como volver.
-¿ Y qué más?
- Qué se yo, no puedo centrar y cabecear a la vez.
- Yo no cabeceo nada con esto. Siguiendo con tu metáfora, es como si fuera un centro demasiado alto.
-No siga con mis metáforas, invente las suyas propias.
- Bueno, es como un tren que no para.
- Invente las suyas propias le dije, esa es la misma.
- No es el tema. La cosa es que nosotros nos jugamos nuestra imagen con lo que publicamos.
- ¿Y esto enloda la imagen de la universidad?
- De cierta forma, sí.
- ¿Yo enlodo la imagen de la universidad?
- No quise decir eso.
-No se excuse, viejo maricón, si me importa un pepino. Mucho lodo le falta a esta mierda.
- Si tú lo dices...
- Usted también lo dice, pero de manera académica.
- ...
- Ya me parecía que era un viejo maricón.
-...
- Viejo maricón.
-...

En ese instante, el Corcho, enceguecido por la furia, empuñó el gollete de la botella para reventarlo sobre la manchada calvicie del director, pero éste, mucho más rápido y sin que el andrajoso siquiera pudiese darse cuenta, sacó del escritorio un revólver con el que pegó un tiro en el brazo de su enemigo. El Corcho cayó al piso, aullando de dolor. El director se puso de pie con el arma en la mano y apuntó a la cara del estudiante.
- Di tus últimas palabras, hijo de puta.
El Corcho lo miró, lleno de odio y le dijo- Veís mucha tele, impotente culiao.
El director rompió en una sonora carcajada que no se detenía jamás. En eso, el Corcho que veía a su interlocutor en un ataque de risa se incorporó e intentó salir corriendo, pero un grito del director lo interrumpió.
- Detente ahí o te mato.
El Corcho se detuvo.
-¿Quieres que publique tu libro?
- Sí- respondió el maloliente.
- Bueno, ten por seguro que lo haré- dijo el director y jaló el gatillo.


Polanco


20080615

Cuento Incompleto II

Por estos días sólo hay buenas personas y malas noticias. Un hombre que cantaba folclor latinoamericano tocando la guitarra y de repente trabajando en instituciones o centros o programas de rehabilitación y reinserción social, como de cincuenta y desesperado, llama a su familia desde Iquique a Santiago a las cuatro de la mañana. También un día lució un yatagán trastornado frente a los amigos, es cierto. Patéticas canciones indigenistas de mercado se escuchan de fondo o tal vez es la misma canción que se repite mil veces. Obviamente es una escena preparada que pone en evidencia al mal poeta que lleva dentro. No le extrañaría a este hombre que fuera él mismo quien contestara a su llamada o que nadie la contestara, pero su sobrino lo escucha y parece oler la desgracia, y se le viene a la mente la palabra ironía. Prefiere apagar la tele. Del otro lado de la puerta alguien pregunta. MAMI, nada bueno se augura.

Violenta poesía de despedida en que se recuerda el asalto a un banco y las fiestas más hijas de puta del barrio de las que nadie recuerda nada, alucinaciones maravillosas suponte marihuana por sacos y las putas rondando a los hermanos, las putas en el techo hablando a toda voz entre gatos adictos al ron, putas de turbante, putas y las más perfectas soluciones posibles a lo que no se resuelve ni en las más prósperas horas de reflexión y escritura.


Juancalavera

Cuento Incompleto I

Si desaparece el primo Emilio pensamos al toque que volvió a la pandilla.

Nadie en la casa quiere recorrer de nuevo la posta ni hablar con los pacos, y el primo no contesta el teléfono.

La tía dice que nos acostemos no más, que cualquier cosa ella nos llama, pero ya está por amanecer así que esperamos en la cocina, y con mi hermano le damos jugo al perro.

Mi mamá es la única que no pesca. Dice que lo prefiere preso o muerto, que no está bien tener a una persona así en la familia.



Juancalavera
Buscando un avión perdido andan los pacos, cerca de nuestra ciudad natal. Sobre este avión parece que también iba un paco. Antes fue noticia el volcán ya mencionado, y hubo unas inundaciones terribles cuando se acababa de dictar una alerta por la sequía. De años atrás se recuerdan los supuestos suicidios de una decena de jóvenes, que los pacos y el gobierno han ligado al narcotráfico. Más adelante retomaré este caso.

Infame tiene una extraña habilidad para encontrar puntos malditos sobre el mapa. Le pediré que me ayude a planificar mis próximas vacaciones, a ver si al fin sucede algo interesante en mi vida.

Tiene razón mi mamá. En mi demencia hoy me prefiero en medio de una catástrofe…



Juancalavera
Por que se comen a los muertos ¡mierda! Zabulus me espera con una sonrisa en la cara.

-¡Infame! ¡amigo! Te llegó la hora y con ella lo que siempres has deseado.

Putas borrachas, whisky y bolsas de hielo que se derriten con las llamas. Un pencazo directo al nocrea.

-¡Hijo de perra! ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Un paipe amistoso me despavila. Miro hacia atrás, veo a Polanco y Juancalavera. Aquella respuesta fue satisfactoria.

-¡Sólo dijimos la verdad!

infame

SAN BERNALES

20080614

India, tienes verdadera clase

tu
materia
tus
volúmenes
tus
curvas
desaprovechadas
tantos
segundos
se
me
hacen
insoportables

desde
dentro
del
golpe
se
oye
tu
boca
tratando
de
explicarse



Juancalavera









Quiebre

En una vieja casa en que no vive nadie, a dos cuadras de Avenida Matta, dos singulares personajes evalúan el futuro de la humanidad. Se trata del eterno caminante de las sombras, Satanás, ferviente defensor del conservadurismo negativo y su todopoderoso alter ego, un enigmático ente de quien la literatura ha llegado a sospechar durante siglos, sin llegar a su paradero. Este último personaje- o lo que sea- representa la contradicción misma de todo lo conocido y algunos eruditos coinciden en sindicarlo como el verdadero motor de la historia.

Durante largos minutos Satanás fuma cigarrillos y escucha en silencio a su interlocutor. Luego, el supremo mefistófeles expone, algo dubitativo, su análisis.

-El estado de la biotecnología aplicada y llos medios de comunicación nos abre una oportunidad histórica; no podemos desaprovechar este desorden en las cartas, es urgente recuperar los niveles de esclavitud de antaño. Podríamos hacer cosas muy interesantes.

Nada más escuchar estas palabras el ente desaparece (en rigor nunca apareció) indignado. Satán, decepcionado y furioso golpea la pared. Luego de unos minutos, la misteriosa presencia (en rigor no está presente) deja caer su pesado juicio.

-Te di una oportunidad y la desaprovechaste. Siempre tu sujeción al tiempo y al espacio te ha pasado la cuenta. Pero esta vez tú y tus sucios humanos han caído demasiado bajo. Tú sabes que eso no pasará en tu dimensión; ya vi tu futuro y la verdad es que ya no me sirves.

Polanco

20080612

QUE ARDAN EN SU MISERIA LOS GOBERNANTES TODOS

EL INFIERNO ESTÁ RESERVADO PARA ELLOS Y PARA NOSOTROS

LOS QUEMAREMOS INFINITAS VECES CON AYUDA DEL AMIGO MONJUS



Juancalavera

20080611

MUJER VOCA DE BAMPIRO

Se muerde las muñecas
y derrocha el alimento.
Mujer voca de bampiro
tu discurso es políticamente coherente.


Juancalavera

20080608

la eterna noche de las hachas

cuando todas las puertas estén quemadas

cuando dios haya convertido el agua en vino

cuando las alcantarillas se tapen de coágulos

cuando los basurales no encuentren perros

cuando la lluvia sólo nos pueda secar

cuando todo recuerdo sea mitología

cuando los muertos ya no quieran regresar

cuando de las cenizas sólo renazca el viento

cuando degollemos al recién nacido salvador

y sea abolida toda forma de abolición,


entonces

como siempre

defenderemos nuestro derecho al suicidio.


Polanco

IRA
FUROR
BREVIS
EST













Juancalavera

20080605


sin complicaciones
me sumerjo en la noche de las minas esas que no valen la pena
las mataría a todas


sufro
y me contengo





Juancalavera