20090609

Cuando las cosas se escapan de las manos se llega a un estado, el cual no peligra por su falta de límites, sino por que el más mínimo razonamiento podría traerte de vuelta. Y entonces, el conformismo es reemplazado por el sufrimiento. La puta rancia y putrefacta por los años y noches de labor nocturna acicala el amor de tu cama, pero te acostumbras y se siente bien. El orden y su movimiento mantienen el equilibrio y tu juntas dinero para volver a ver a esa mujer que ha hecho de ti lo que desde tu nacimiento ya era evidente. Uno, dos vasos de alcohol, ciento ochenta minutos puteando y listo. Mayores reflexiones al respecto no hacen falta, sólo girar en aquella esquina y rezar por una muerte rápida e indolora.