20080817

tuzonamastuzona




Anónimo crucé por todo el barrio, deseando sentir una nostalgia inexistente, extinta, perdida ya como todo lo que de esas calles había perdurado en mi memoria. Realmente dudaba que esas caras brillantes que pasaban a mi lado me miraran o siquiera se fijaran en mi presencia. Suponía que esos, que un día fueron mis hermanos, ya no me reconocerían entre estos harapos. Mejor así, yo ya no quería ser el espejo de nadie. Ellos no tenían nada que reconocer, porque yo ya no era el de antes, todo había sido demasiado real como para ser real. Aunque no me habían olvidado, frente a ellos, no me encontrarían jamás. Yo tampoco lo haría, jamás me volvería encontrar con aquellas calles y ese perpetuo olor a fritura, ahora sólo se impondrían los malentendidos, bromas que me gastaría a mi mismo y que los demás tomaban por tragedias. Ironías sobre ironías. Ya no me escudaría en nada, sólo podría reírme del hipócrita destello de ese mundo que presenciaba desde su centro exterior, como el aguilucho que se posa sobre las ramas más sombrías del árbol de los zorzales, ya sin hambre.

Doblando por una conocida esquina creí escuchar mi nombre, entonces me di cuenta de que toda mi renuncia no había sido sino una expulsión consensuada, demasiado maricona para ser llamada maricona, que nadie me quería allí y yo tampoco deseaba que me quisieran. Ellos trabajaban porque querían, yo respiraba porque quería, no había contradicción alguna. El vacío entre la espalda y el pecho se había llenado de ausencia; empezaba a llover y, como buen cliché, desde una ventana se escuchaba una música: "son gotas/ gotitas de lluvia/ que de tus ojos caen por tus mejillas". El presente volvía a correr al unísono con el pasado desacelerado; paralelos e irreconciliables. Había que puro virarse hacia tu zona más tuzona, y eso hago.







Zolanco

1 comentario:

Unknown dijo...

la única zona que existe tuzonamenosmizona zona de nadie no hay nadie en ninguna zona.