20080728

me llamo "¿o no me llamo?"

El maricón Foucault decía que nombrar es un acto de poder y yo lo secundo. No hay nada que entregue más información de una persona que su nombre; la tautología es sólo una forma de no asumir el fracaso del diálogo, llamamos coincidencia y metemos la metafísica donde no tiene cabida. No existen alcances de nombres, es sólo la cruda y acaramelada realidad, palabras que se desdoblan y transforman en espejos. Dime tu nombre y te diré quién quieres ser. Los adjetivos no son más que las formas más humanas de los sustantivos. Es cosa de mirar a las las mujeres ricas, todas quieren ser ricas (por algo fingen lo contrario). Por ejemplo, yo me llamo Carlos y de inmediato se podrán imaginar que mi familia es un poco tradicionalista y de izquierda. Puros Julios, Alejandros, Manueles, Víctores y Francos. Vaya sí hay francos en mi familia. Tengo un amigo que se llama Francisco Javier, de lo que inmediatamente sabemos que su familia vive, como dice el Gitano Rodríguez, con "un miedo inconcebible a la pobreza". Conozco a otros tipos que no le temen a la escasez y, en cambio, tienen rabia, profunda rabia. Suelen llamarse Byron, Eric, Marc y nombres por el estilo. Los Renés casi siempre son raros y descartaos. Las Javieras casi siempre son ricas. Los estanilaslaos son autoritarios; las Emas moralistas; los Ignacios más bien reacios; las soledades solitarias; las paces beleidosas, y los Rodrigo... hagan lo que tienen que hacer y les digo.

Polanco

3 comentarios:

Lindaquai dijo...

Igual hay gente que tiene mal puesto el nombre... hay personas con cara de Felipe o de Francisca, o de Javiera.
Pero la mayor parte de las veces sé contextualizar al personaje.

Anónimo dijo...

Cuando yo era pendejo, un primer día de escuela de esos, apareció un guacho en mi clase y le dije, así, de primera: "vos tenés cara de Ricardo". Y era nomás. Y tenía berretines medievales y leía El Príncipe Valiente. Ricardo Corazón de León era. Yo me llamo Santiago, y siempre fui un pelotudo, acorde con mi nombre. Me imagino que Rodrigo se rasca el higo...
Acá en mi insignificante país, las ricas se llaman Josefina o María José y te escupen y las planchas de la villa se llaman Yenifer o Yesica y te roban o te contagian algo o se embarazan.
Hay algunas personas que sólo gustan de los nombres y le huyen a los adjetivos.
Idea Vilariño dijo alguna vez: "Para qué decir más, nombrar alcanza"
Taluego
El Viejo Hediondo

Paz Tyche dijo...

Si, en mi caso, sufro mucho que la gente interprete mi nombre, compuesto de sustantivos, es poético, dicen, para mi es una condena.

Besos,

Angustia Paz Frontera