20080517

Vida familiar

Un pasti se deja existir entre sus inmundas sábanas en su inmunda habitación. De pronto, el sueño cede y ya no puede estar en la cama. La borrachera, siempre menos dócil, no ha dado aún signos de retirada. El pasti intenta levantarse para aliviar con agua la sensación de asquerosidad que sale por todos sus poros, pero es incapaz y se queda allí, mirando el techo.
Pasan algunos minutos y el pasti se ve interrumpido por un estridente grito: "Está servido el almuerzo"- es madre pasta que exige su ritual. El pasti sale de su cama y recién entonces se da cuenta de cuán mareado está. Baja las escaleras y se sienta ante las punzantes miradas que vienen desde todos los rincones de la mesa. Lógicamente, lo primero que hace es servirse un poco de vino. Madre pasta mueve la cabeza sutilmente, en gesto de reprobación
Todos comen callados durante un rato, hasta que el pasti comenta con exagerada alegría "es la comida más exquisita que he probado en mucho tiempo". La cara de madre pasta esboza una sonrisa inmediatamente y el ambiente cambia. Ahora el viento sopla a favor del pasti que, consciente de su estado de gracia, se larga con un discurso sobre la libertad y la lechuga. Todos escuchan atentos y por momentos hacen comentarios. El pasti está feliz. Todos los demás también, terminan el almuerzo entre risas y consejos. Entonces suena el teléfono y madre pasta contesta. Es para ti, le dice al pasti que se siente como un rey.
-Aló?
-Aló culiao-¿qué tal el hachazo de Michimalonco?
-Piola ¿y voh?
-En dos sílabas, chomier...
-Piante la weá.
-La cagó.
-Oye
-¿Qué wea?
-Estoy haciendo un asaíto, ¿Por qué no te venís pa acá?
-Wena.
-Ya poh, te espero, trae weas pa la mente.
-Obvio, voy pa allá.

El pasti corta y mira su familia. Nuevamente el viento sopla en contra, más fuerte que nunca. Entonces el pasti piensa en alguna excusa, pero se da cuenta de que es imposible. No hay nada que hacer, sólo retirarse y seguir pastiando.

Polanco

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