20080907

El viejo, desparramado en el patio sobre una hamaca, bebía un tibio vaso de pisco pensando que lo mejor de ser padre era que se podría ser abuelo y que lo mejor de ser abuelo era que se podría ser bisabuelo. Mientras tanto, Miguel, su hijo, se enfurecía frente al computador con un amigo que, según decía la pantalla, le reprochaba haber gastado la plata de los próximos tres meses en una entrada para ver a una super diva norteamericana- cuyo nombre no se pronunciará aquí- que enamoraba, contra su voluntad, a millones de millones en todo el mundo. En la cocina, Mariana, que con los años se ponía más rica, miraba por la ventana a su marido, sobre la hamaca y de nuevo borracho, mientras picaba el cebollín con la destreza de un Barrabás.

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