20090130

El clima es perfecto, la gente agradable y esta ciudad tan bella, que empiezo a sospechar que el enfermo soy yo. Hoy desperté en el jardín de un edificio, una señora que quería regar el pasto me preguntaba si estaba bien. Tenía mucho dinero en mi bolsillo y todavía lo tengo. Al parecer, ya ni roban por acá. No voy a trabajar hoy; ya le inventaré algo a mi jefe, que se murió un tío o que estoy con vómitos. A juzgar por las manchas de mi camisa, lo último no es del todo falso. Ya me estaba convenciendo con esto del bienestar, pero bueno, no hay caso. Siento el peso de todas los siglos de guerras interminablemente. No busqué más que ser dos personas en paz. Una, simplemente, no pudo ser.

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