20090130

El clima es perfecto, la gente agradable y esta ciudad tan bella, que empiezo a sospechar que el enfermo soy yo. Hoy desperté en el jardín de un edificio, una señora que quería regar el pasto me preguntaba si estaba bien. Tenía mucho dinero en mi bolsillo y todavía lo tengo. Al parecer, ya ni roban por acá. No voy a trabajar hoy; ya le inventaré algo a mi jefe, que se murió un tío o que estoy con vómitos. A juzgar por las manchas de mi camisa, lo último no es del todo falso. Ya me estaba convenciendo con esto del bienestar, pero bueno, no hay caso. Siento el peso de todas los siglos de guerras interminablemente. No busqué más que ser dos personas en paz. Una, simplemente, no pudo ser.

20090117

Luto

Que en paz descanse Juan, donde quiera que su noble calavera se haya perdido. Se fue un día en busca de vaya saber uno qué, dejando atrás vaya a saber uno qué. Quienes alguna vez vimos la cábala silbando tras sus garrapateos de bisutería, sentiremos su piel bajo esta piel, desollejándose para siempre.

20090116

No sé cuál de todas las mierdas que hice cuando cabro dejó la peor cagada, pero de algo estoy seguro, todavía hay ojos que maldicen mi nombre.

20090114

Virgen fue tu cuna

Te tomaré de las dobladas campanas
por tanta matanza ajena, bebiendo
de arácnidas copas, venenos sagrados
y mascaré cada pétalo de tu marchitez
para escupirlo en tu rostro, amado

Al cielo más azul que el azul, amenazan cúmulos
de semen, perturban el curso del agua
de este cristalino zanjón, donde probaste
la sagrada flor de un varón
al que jamás volviste a recordar

Robaré a diario de tu biblioteca,
ladrona, que no todos soportamos aún
el resonar de tu polen, grave
oculto entre la espesura del hierro
y las profundidades del insomnio

Acurrucada, te dejaré en la negrura
entre la mala fe y la fe, pletórica
de fulgor en tu calabozo, calendarios amargos
como dinero, molidos, deslizándose
entre cada hueso de tu mano perdida

Las calles por las que nunca caminamos
se vestirán de fiesta y cantarán
tristes, oscuras, laberintos de neón
que se desarman con cada solfeo
y regresan al olvido del que nacieron

Te pegaré en público para desamordazarte
y luego acariciaré tus hombros manzanos,
ajados por el tiempo, la brisa matutina
se reirá de nosotros, borrándonos
como a todos, el polvo entre las cejas.