20090510

"Ir y quedarse, y con quedar partirse"






El departamento era una fuente de silencio. Afuera, la torrencial lluvia acechaba la setentera noche de la población Juan Antonio Ríos. Doña Edelmira, sentada sola en la mesa, miraba la ventana y esperaba. En la pieza, Elba, su hija menor, intentaba concentrarse en unos versos de Calderón que tenía que memorizar por obligación.

De pronto Elba escuchaba a su madre ponerse de pie y abandonaba el libro para escuchar bien. “¡Viva Allende Mierda!”- se escuchaba a lontananza. Doña Edelmira ya bajaba la escalera del block a toda prisa. Elba la seguía bajo la lluvia. Empapado, por dentro de vino y por fuera de lluvia, el loco Varela volvía a su casa después de haber desaparecido por cuatro días. Se asoman por las ventanas las viejas copuchentas y también las otras. Pobre doña Edelmira piensa la población. Cállate hueón que te van a matar- le implora doña entre sollozos. “¡Y que me maten los hueones, si es pa lo único que sirven! ¡Cobardes! ¡Asesinos!” grita Varela, convertido en una estropajo humano. Cállese papá por favor- le dice Elba mientras lo apura en andas. El hombre pierde el equilibrio y tropieza, con tanta torpeza que cae junto a Elba. Las lágrimas de doña Edelmira se distinguen entre el chaparrón. Se abre la puerta del departamento 12 y sale el Chamelo. Como lo hace a diario con los sacos de papas, carga sin dificultades el cuerpo de Varela sobre sus hombros y lo lleva hasta el departamento. En el camino, el loco grita insultos contra el Ejército chileno, siempre vencedor, jamás vencido.

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